Crítica a

Fortunato Lacámera

Su obra más carecterística de los últimos años la constituyen, casi invariablemente, un rincón de su taller. La quietud es - por así decirlo - su principal elemento compositivo. Una vieja nostálgica lo envuelve todo y confiere poesía a los objetos de humilde procedencia dispuestos - como esperando a alguien que demora en llegar - sobre la humilde mesa sumergida en la mansa penunbra poblada de recuerdos. La luz tenue y perlada que penetra acariciente por el balcón entreabierto al Riachuelo, anima las cosas amigablemente, sin estridencias, como cumpliendo su función a media voz. Es una luz lejana, espectral, una luz de recuerdos nacida en el espíritu del artista para iluminar sus cosas y sus soledad.Con la misma parquedad de elementos e idéntica sobriedad de color, pinta el paisaje que le ofrece su balcón, abierto.

Su visión del Riachuelo, de aparente corte realista, no ofrece la atracción de un panorama dilatado, ni la coloración efectivista de que tanto gustan otros pintores inspirados es ese mismo lugar, atraídos por la variante policromía característica de ese escenario. El rehuye lo grandilocuente; le atraen las cosas modestas de composición simple: lanchones desgarbados de colores negruzcos y pátina enmohecida reflejando su silueta sin gracia en las aguas terrosas que acunan su modorra; mástiles que se elevan como altas cruces sobre el cielo, generalmente brumoso, constituyen su temática preferente. Con esos pocos elementos de su repertorio figurativo, va dando forma a las sensaciones emanadas de su mundo emotivo, en el que se condensan, el equilibrio de la forma y la poética atmósfera que da carácter a su pintura, trasunto de lenguaje hondamente subjetivo, contraseña inconfundible de una auténtica personalidad artística."